Al igual que ocurre en centros de culto de otras religiones, en las mezquitas existe una serie de restricciones en la vestimenta a la hora de visitarlas. Aunque en algunas de las zonas más turísticas, por ejemplo, las mujeres quizá no estén obligadas a llevar velo o cubrir su cabeza, lo que sí es obligatorio es que todo el mundo se quite los zapatos antes de entrar en una mezquita.
El Islamismo es la religión de la higiene, y en numerosas ocasiones el lavado del cuerpo simboliza la purificación del alma. El Corán dice que «la higiene es parte de la fé», y por eso los musulmanes se quitan sus zapatos antes de entrar en las mezquitas, puesto que las suelas representan la suciedad del exterior. Con ese gesto intentan mostrar respeto hacia el lugar y hacia los otros fieles que, generalmente, se sientan sobre el suelo.
Intenta quitarte los zapatos antes de la primera alfombra que encontrarás junto a la entrada de la mezquita, puesto que esta alfombra ya se considera parte del suelo sagrado del lugar. Una vez dentro, en la mayoría de ellas lo primero que verás serán bancos de madera donde poder dejar tus zapatos, y en algunas (las más turísticas) habrá dispensadores de bolsas de plástico para poder guardar tus zapatos durante la visita al centro de culto.
De todas maneras, si quieres ahorrar plástico o no te fías de dejar tus zapatos en los bancos de la entrada, lo mejor es que lleves tu propia bolsa de tela o metas tu calzado en la mochila de viaje.
Muchos musulmanes, además de quitarse los zapatos y para purificarse antes de la oración, acuden a fuentes de ablución como la de la siguiente foto (situadas en las entradas de las mezquitas) para limpiarse con agua los pies sentados sobre los taburetes que la rodean.
Las fotos de este post corresponden a sendas mezquitas de la ciudad de Estambul (Turquía).